2008-10-31

Los Fieles Difuntos

DON JUAN TENORIO vs. JALOGÜÍN

Hala, para que no digan que el Abuelito no está al día. Yo también me he enterado de que se acerca el Día de los Fieles Difuntos y quiero contribuir a tan magno acontecimiento trayendo al Desván esta colección de Tenorios, esa obrita de Zorrilla que ocupa estas fechas las salas teatrales de toda España. Romances y aparecidos, lo propio.
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Una moderna edición de Gato Negro ilustrada por el gran Melchor Niubó, alias Niel, en la que hay de todo como en botica: esqueletos con garrote; galanes de monjas; tenorios feos, viejos, de espada mustia; tímidos; paletos de corral; hasta modernos de ahora con su canotier y todo...

...¿Qué dicen?... ¿Que ahora ya no se lleva el Tenorio, que ya no lo representan en la Noche de Difuntos?... ¿Que ahora le dicen Jalogüín y salen niños con calabazas?... Qué tontería, no me lo creo... No puede ser... Perderse algo tan español... Qué tiempos degenerados... Ya les daré yo en la cabeza con el bastón como los pille... Ay, qué ruina más grande...

2008-10-29

The mystery of the leaping fish

EL MISTERIO DEL PEZ SALTARÍN
Director: John Emerson. Con Douglas Fairbanks, Bessie Love, Alma Rubens, Allan Sears. USA, 1916

Para que luego se piensen ustedes que hasta los años sesenta nos chupábamos el dedo, que todo empezó con la cosa de las revoluciones juveniles y los jipis, las drogas y todo eso... pues no, no, para nada de nada!

Aquí tienen, para muestra un botón, este cortometraje de 1916. Una broma colosal escrita por Tod Browning (antes de sufrir el terrible accidente de coche que casi lo mata y a partir del cual empezó a dirigir su cine más enfermo) con la complicidad de su amigo Douglas Fairbanks, megaestrella de la época: la primera y más desenfadada narcoparodia de la historia del cine.

Cuenta las aventuras del detective científico Coke Ennyday, que con su desparpajo drogadizo deja a la altura del betún a moderniquis como Hunter S. Thompson o el Teniente Corrupto de Abel Ferrara. Siguiendo las instrucciones del reloj de pared que cuelga en su despacho, Coke divide el día en cuatro horas nada más: la de comer, la de dormir, la de beber y la de drogarse.

Desdramatizando una cuestión que hoy se ha convertido en tabú, el detective aspira coca por arrobas, se chuta diez o doce veces en menos de veinte minutos (y se pone de buen humor después) y captura a sus enemigos (traficantes de un opio que Coke come con fruición) pinchándoles uno a uno con la batería de jeringas que atesora en su cinturón mientras se marca unos bailes surrealistas y de paso rescata a la chica, una damita de armas tomar.

Comedia descreída y salvaje, que se burla de la policía, de las prohibiciones, de toda la pacatería hipócrita que hoy es médula esencial de la sociedad. Una lección de alegría inteligente y osada como no ha vuelto a darse. Y encima pueden buscarla gratis en http://www.archive.org/ Claro que a lo mejor todavía hay quien la encuentra un poco fuerte, y se me escandaliza... No me extrañaría nada en estos tiempos de corrección política e higienes desleídas.

2008-10-25

Max Audaz

La nueva serie Ingleses y olvidados, presenta hoy a...
MAX AUDAZ
De la factoría británica IPC, responsable de algunas de las historietas más bizarras jamás realizadas, asoma este héroe entre las telarañas de las mansiones góticas que su profesión le obliga a frecuentar.

Se llama Maxwell Hawke, aquí lo bautizaron Max Audaz y sirve a este Desván para inaugurar otra etiqueta errática, dedicada a los tebeos ingleses, mira por dónde. A los más raros, extravagantes y olvidados. Y quién mejor para empezar que este cazafantasmas de principios de los sesenta, frecuentador de castillos, mazmorras y siniestros anfitriones, siempre acompañado de su secretaria, la muy swinging London Jill Adair.

Eric Bradbury es el genial autor de los dibujos. Oscuros, tenebrosos como manda la tradición, nunca faltan con este artista las legiones de murciélagos, los cementerios abandonados y los árboles muertos y retorcidos a la luz de la luna.

Por encargo de unos clientes casi siempre la mar de extraños, se enfrenta Maxwell a maldiciones hereditarias y lugares encantados en busca de maravillas que nunca logra encontrar. Como en las muy inglesas novelas de Ann Radcliffe, todos los fantasmas de Max Audaz acaban por desvelarse falsos. Eso sí, rodeados de admirable parafernalia y ejecutores de unos trucos que quisiera para sí el mismísimo Harry Houdini.
Gorilas, techos que descienden amenazantes, suelos que se abren bajo los pies, pinturas que cobran vida, espectros flacos lanza-rayos, pulpos gigantes y panteras negras, arqueros del más allá, halcones humanos, zombies haitianos... toda la iconografía del terror victoriano desplegada contra un solo hombre.

Vértice, la impía empresa de Barcelona, lo publicó por estos pagos en los sesenta. Destrozando el material original como era su malvada costumbre. Menos mal que las portadas de Florenci Clavé, con esos aparecidos relucientes y esa rotulación tan como de miedo, redimen la edición. Yo les he preparado este aperitivo visual, seguro de que como personas de buen gusto que son, servirá para excitarles el apetito.

2008-10-23

Creature with the atom brain / Invisible invaders

Los Programas Dobles del Abuelito presentan hoy...
Especial ZOMBIES BLANCOS

CREATURE WITH THE ATOM BRAIN
Director: Edward L. Cahn. Con Richard Denning, Angela Stevens, S. John launer, Michael Granger. USA, 1955.

Por necesidad imperiosa he descendido desde el Desván al cine de reestreno que hay en el bajo de la finca; daban una oferta que no se podía rechazar. Dos visiones de lo zombie por mi director favorito de los cincuenta, el grandísimo Edward L. Cahn, hombre de espíritu genuinamente pulp. Un stajanovista capaz de facturar una película en una semana, lista para el consumo y sin que chirríe demasiado. De monstruos hizo joyas inolvidables, como Invasion of the Saucer Men, The She Creature, Zombies of Mora Tau o las dos obras maestras de magia negra que anuncian para dentro de poco en esta misma sala, The four skulls of Jonathan Drake y La mujer Vudú.
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Va la cosa de un mad doctor -sabrán que el mundo de Cahn es estrictamente el del género, está poblado por sus iconos y no tiene nada que ver con el real- que con tal de que le dejen experimentar, consiente en ser financiado por un gangster y acaba robando fiambres y transformándolos en zombies radiactivos teledirigidos que se dedican a matar con su superfuerza.

Todo tiene un tono agradablemente antañón, como de producción de los años cuarenta de la Monogram, y es que no en vano anda de por medio el veterano y cicatero productor Sam Katzman, responsable de todas las que Bela Lugosi rodase con la productora más pobre de Hollywood. Destacan la excelente fotografía, el aspecto del laboratorio criminal, y sobre todo esos dos solitarios malvados que no paran de mantener delirantes conversaciones sobre cerebros arrancados y cadáveres atómicos, que bien podrían haber encarnado George Zucco y Lionel Atwill si el filme hubiese sido más antiguo. Y aunque los fx son de risa se las arregla el director para que lo olvidemos fácilmente y nos echemos a temblar.

Cahn es un rato listo, y este artefacto pop que arma funciona con la precisión de un reloj, encajaditas todas las piezas en sus engranajes. Guión caradura, diálogos sorprendentes, una batalla final a tortazos de muertos vivientes contra policías...

Huya como del diablo el espectador purista que espere encontrar coherencia o modos nuevos: este es cine sólo para fans de los que amamos reconocer, cada vez más degenerados, todos los lugares comunes del fantástico.

Atención: está disponible en castellano en la colección Atelier 13 http://latelier13.es/, que ya conocerán: las mejores ediciones en DVD que se hayan hecho nunca en la lengua de Cervantes. Un catálogo de quitar el hipo.
INVISIBLE INVADERS
Director: Edward L. Cahn. Con John Agar, Jean Byron, Philip Tonge, John Carradine. USA, 1959

De complemento echaron otra del Gran Cahn, paupérrima y loca a más no poder. Tocan a la puerta, se levanta usted a abrir y se encuentra al cadáver redivivo de John Carradine que le dice que ha de convencer a la ONU de que se rinda en 24 horas ante una invasión extraterrestre. Menuda papeleta. Y es que unos alienígenas invisibles -los más baratos, sin duda- se están posesionando de los cuerpos de los muertos, uno por aquí, otro por allá, con el objeto de lanzarlos al ataque contra la humanidad.

"¡Atención terrícolas! ¡En un lapso de tres días los muertos exterminarán a todos los vivos y nosotros gobernaremos la Tierra! ¡Para la raza humana este es el fin de su existencia!" braman los altavoces de los invasores mientras stock shots de incendios, derribos y catástrofes ocupan la pantalla.
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Harto más morosa y cándida que la anterior, qué quieren, a mí una película con textos como el transcrito ya me tiene ganado el corazón. Con esos zombies trajeados y ambulantes, ese sargento que con la única ayuda de un sabio y una rubia detendrá él solito la invasión (John Agar, icono cincuentero que se enfrentó con todos los monstruos y amenazas anormales de su tiempo), y esa voz en off pomposa, como intentando insuflar una épica de a peseta... Absurda, tonta ... conmovedora!

2008-10-21

Varney the vampire

VARNEY EL VAMPIRO

No habrá muchos entre ustedes, quiero suponer, ignorantes de la existencia de esta novela por entregas, muy anterior al Drácula stokeriano, pionera en abordar el tema vampírico e inédita, claro está, en lengua castellana.

Varney the vampire, or the Feast of Blood se publicó cuaderno a cuaderno durante 1847, sin firmar, aunque los Grandes Sabios han dado en atribuirla casi unánimemente al desconocido Thomas Preskett Prest. Folletón gótico que se adivina, como está mandado, lleno de mazmorras, secretos, aparecidos, forasteros misteriosos, tumbas abiertas y muchachas acosadas. Con mordiscos en sus cuellos, en este caso.

Si casi nada se sabe del escritor, del autor de las fabulosas ilustraciones menos aún. Y el caso es que sientan cátedra en lo que debe de ser la estética de la novela gótica. Expresivas, tenebrosas y siempre atentas a lo sensacional.

Están todas en la red, por una vez no salen de los entresijos del Desván. He seleccionado estas para ustedes; en la misma página se alberga a disposición de los nietos más estudiosos el libro entero en la lengua de Shakespeare, y gratis, que aún quedan gentes buenas en el mundo. Hala, nada más tienen que pinchar aquí: http://www.gutenberg.org/etext/14833
Los demás nos conformaremos con imaginarnos la historia, en reconstrucción absurda a partir de estos trece dibujos...
POSDATA: Con fecha 17 de noviembre de 2008, me informa el sapientísimo Mr. John Adcock (http://john-adcock.blogspot.com/ ) que el autor de las ilustraciones se llama G. T. Bourne, mientras atribuye la autoría de la novela a James Malcolm Rymer, para este ser ignorante que les habla, un escritor tan desconocido como el señor Thomas Preskett Prest. El señor Adcock es especialista en los dibujantes de la época, por lo que considero su información muy fiable. Quede aquí dicho y rectificado.